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A nivel nacional, 60% de mujeres en prisión tiene entre 18 y 34 años

Es común verlas deambular por los pasillos sombríos de la prisión, con sus uniformes deshilachados y sus miradas perdidas. A la espera, siempre a la espera, sin saber de qué… Pero no es su extravío ni su penumbra lo más impactante, sino su juventud.

Retrato cruel de un penal femenil singular en el país, por la corta edad de las reclusas —récord a nivel nacional—: el 80 por ciento tiene entre 18 y 24 años. Se trata del Cereso de Zacatecas, de los estados más convulsionados e inseguros en México, y con altos índices de adicción a las drogas.

La media en todo el país apunta también a una mayoría de mujeres jóvenes en las cárceles, pero no al extremo del llamado “Infierno de Cieneguillas” —por la localidad en la cual se ubica—: de las 188 mujeres confinadas ahí, 150 no pasan de los 24 años.

Esta es la referencia nacional: de las 13 mil 297 presas en México, 2 mil 200 tienen ese rango de edad (18 a 24), cerca del 20 por ciento. Quienes están entre los 18 y 34 años, representan el 60 por ciento del total.

La realidad de Cieneguillas fue compartida también a una comitiva del Senado de la República, encabezada por la legisladora zacatecana Geovanna Bañuelos, la cual visitó el Centro.

“Veía para todos lados, y me encontraba con rostros afligidos, desesperados, y de repente caí en la cuenta de que no había mujeres adultas, sólo jovencitas. Es una realidad muy triste, porque refleja lo que está sucediendo en la sociedad, la falta de oportunidades laborales y escolares, la desintegración familiar, las redes criminales y su sistema de reclutamiento”, describió la legisladora a Crónica.

“Tuve oportunidad de convivir con ellas, de escuchar sus historias trágicas, nos quedábamos helados. ¿Qué estamos haciendo para que la juventud no caiga en estos lugares y se trunque su futuro? Le pregunté a la directora y me respondió: sí, aquí pura chamaca”.

Este diario logró conversar con Rosa Martha Vázquez, directora del penal desde hace dos sexenios.

¿Ocho de cada diez internas entre 18 y 24 años?

Sí, ese es el dato que tenemos, la edad que oscila entre ellas.

¿Y siempre ha predominado la juventud? 

El perfil de la población es cambiante. La tendencia siempre ha sido hacia edades medias y bajas, pero sin duda hoy estamos viviendo el momento máximo de juventud en el Cereso.

¿Qué le dice eso? 

Es un espejo de lo que pasa afuera.

¿Qué retos implica lidiar con una mayoría de jóvenes? 

Es levantarnos todos los días a trabajar duro, no podemos confiarnos. El gran reto es contribuir a que se cumpla en ellas la reinserción social, como lo marcan nuestras leyes.

¿Y es factible la reinserción?

Pues hay que apostar a eso, todos los días, no hay otra. ¿Cómo? Manejando a la población, controlándola, y acercándola a las actividades deportivas, culturales y educativas disponibles adentro.

MULA

Cuando a Karla le preguntaron por qué aceptó transportar mariguana, respondió: “Porque quería pagarle un médico a mi hijo”.

Al ingresar a prisión acababa de cumplir 20 años, y ya era madre de un pequeño con discapacidad.

La mujer nació en una comunidad indígena de Oaxaca, sin opciones de empleo y servicios básicos como el de salud, necesarios para la sobrevivencia de su hijo. “Me dijeron que era fácil, sólo llevar unos paquetitos, y así tendría dinero para pagar el doctor y para comer, porque no teníamos nada”, relató.

Su proceso estuvo plagado de irregularidades: jamás tuvo acceso a un traductor ni se consideró su situación económica ni su rol de principal cuidadora del menor. “Las indígenas bien portadas no deberían estar en esto”, le decían.

Fue sentenciada a 10 años de prisión, lo cual remarcó aún más la precariedad en casa, al interior de su red de apoyo, pues su madre y hermanas debieron encargarse del chico y de las necesidades de ella tras las rejas.

Por su buena conducta, obtuvo la libertad anticipada, aunque le fue colocado un brazalete. Volvió a su comunidad, pero los sobresaltos continuaron, no sólo por el estigma sino por las dificultades para recargar y mantener activo el dispositivo, ante la inestabilidad de la energía eléctrica y la señal de Internet. Ha habido traslados de urgencia a la ciudad más próxima, para reportar el uso.

REEMPLAZABLES “Proliferan casos de mujeres indígenas que se vinculan con el tráfico de droga por las carencias y el olvido en sus comunidades. Son el sostén de sus hogares y no tienen otro camino que meterse a un mundo donde son vistas como reemplazables, porque no representan un eslabón significativo en las estructuras criminales”, señaló Alejandra Ramos, de la organización “Equis, justicia para las mujeres”.

“Otro grupos vulnerable es el de las mujeres de la diversidad sexual. Revisando la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad, son numerosos los expedientes y sí, la mayoría son jóvenes, madres y con rezago educativo: un gran porcentaje apenas terminaron la secundaria. Para enero de 2024 el 58 por ciento de las mujeres menores de 34 años, relacionadas con delitos del fuero común, estaban en prisión preventiva: casi 6 de cada 10, y, en el fuero federal, representaban el 52 por ciento”.

¿Hacia dónde caminar?

Hacia políticas de prevención efectiva de la violencia y acceso a derechos básicos: vivienda, educación, servicios médicos, trabajo digno, sistema de cuidados. ¿Dónde van a parar todas estas jóvenes? Urgen medidas integrales de reinserción social con perspectiva de género: antes de su salida debería asegurarse la tramitación de documentos de identidad y servicios. La legislación laboral mexicana no regula el acceso a un trabajo digno para las personas que salen de las cárceles, menos para las mujeres, terminan en la informalidad o en tareas feminizadas: trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales, cuidadoras, cocineras.

Se repite la desigualdad…

Lo mismo que padecían antes de prisión se acentúa cuando salen, porque ya tienen antecedentes penales y eso les juega en contra toda su vida. Hay que cambiar ya la visión social de quienes cometen algún ilícito o son encarceladas, siempre consideradas como malas mujeres, malas esposas, que no merecen ningún derecho ni vivir libres de violencia.

Ahí, en el penal de Cieneguillas, el 46 por ciento de las jóvenes no ha recibido sentencia (86). Esperan, no saben qué…

“Cuesta atraer a las jóvenes, casi no se acercan a los talleres o cuando lo hacen no son constantes, su participación es intermitente”, relata Lucía Espinoza, del colectivo Hermanas en la Sombra, dedicado a brindar talleres de escritura entre las reclusas como una forma de liberación y sanación.

“No hay que generalizar, pero desgraciadamente muchas de las chavitas ahí se meten en cuestiones de drogas, se aíslan, es muy complicado llegar a sus corazones”…

Nota de origen: https://www.cronica.com.mx/nacional/nivel-nacional-60-mujeres-prision-18-34-anos.html

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