¿Qué es ser ilistrado?
En su obra, ¿Qué es ser ilustrado?, Emmanuel Kant, refiere a la Ilustración como el momento en que el ser humano abandona la “minoría de edad”, la cual, se entiende como la incapacidad de hacer uso de su propio entendimiento sin la guía de otro. Para Kant, el obstáculo principal no es la falta de razón, sino la falta de valor para hacer uso de ella, lo que se resume en el lema: Sapere aude, que significa, “atrévete a pensar por ti mismo”.
En este contexto, la educación se muestra como el medio principal para que los individuos desarrollen su autonomía intelectual y moral. La educación no solo es instrucción técnica, también es la forma en la que las personas aprenden el uso público de la razón, indispensable para ser ciudadanos libres y críticos. Esto convierte a la educación en un pilar de la estructura del Estado moderno, porque únicamente a través de ella se pueden construirr instituciones políticas que legitímen su poder a través de la participación consciente y reflexiva de los ciudadanos.
Kant, realiza una distinción entre el uso privado de la razón, entendiendo a esta como la obediencia en el cumplimiento de un rol dentro de la maquinaria estatal o social, y el uso público, visto como la expresión libre del pensamiento en la comunidad. Tambiñén señala, que para el funcionamiento equilibrado del Estado entre autoridad y libertad, debe garantizar la posibilidad del uso público de la razón, lo cual solo es posible si la educación prepara a los individuos para su ejercicio.
En este ensayo, Kant, presenta a la educación como el motor de la emancipación individual y colectiva. Deja ver que un Estado ilustrado es aquel que su fortaleza no depende únicamente de leyes y coerción, sino de ciudadanos formados en la libertad, la crítica y la responsabilidad moral. Esto hace que la educación no sea un simple accesorio, sino la base sobre la que descansa la legitimidad y sostenibilidad del Estado democrático.
Análisis comparativo entre Kant y el contexto constitucional mexicano
Kant: educación, uso público de la razón y legitimidad política
Kant, distingue dos usos de la razón, el uso privado (obediencia funcional en el ejercicio de un cargo) y el uso público (la expresión libre del pensamiento frente a la comunidad intelectual y política). La Ilustración exige que la educación forme individuos capaces de pensamiento crítico, de deliberación pública y de responsabilidad moral. Para Kant, un Estado sólido depende principalmente de ciudadanos educados que utilizan públicamente la razón de forma crítica. Por esta razón Kant, sostiene que la libertad de pensamiento debe ser protegida por las instituciones para permitir el progreso moral y político.
Marco constitucional mexicano
La Constitución Política de los Estados Unnidos Mexicanos (CPEUM), consagra la educación como derecho y la coloca entre las responsabilidades directas del Estado. El artículo 3º establece que “toda persona tiene derecho a la educación” y dispone que la Federación, los estados, la Ciudad de México y los municipios, impartirán y garantizarán los distintos niveles educativos; la Ley Reglamentaria del artículo 3º, organiza el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación. En términos formales, el diseño constitucional incorpora la idea kantiana de que el Estado es garante de una educación que permita el desarrollo de la libertad y la autonomía individual y colectiva.
A pesar de que la educación esta en el rango constitucional, la evidencia empírica muestra limitaciones que condicionan el ideal kantiano.
Resultados de aprendizaje y brechas de calidad
Evaluaciones internacionales (PISA 2022 / OECD) muestran que México sitúa a sus alumnos por debajo del promedio de países OCDE en lectura, matemáticas y ciencia, y registra retos importantes en pensamiento creativo. Estas brechas implican que la educación, en su efecto práctico, no está formando de manera universal las competencias críticas que Kant propone como fundamento del uso público de la razón.
Desigualdad territorial y socioeconómica
La diversidad regional y la pobreza generan desigualdades en acceso a infraestructura, docentes capacitados y recursos materiales. Estas asimetrías impiden que el derecho constitucional se traduzca en iguales capacidades ciudadanas en todo el territorio, lo que erosiona la posibilidad de una esfera pública horizontal y crítica. El problema no es completamente técnico, sino político. Sin condiciones educativas mínimas, el uso público de la razón queda reservado a segmentos privilegiados.
Centralización vs. Autonomía escolar
Las reformas y la Ley Reglamentaria intentan un sistema de mejora continua, pero la práctica muestra fricciones entre las tres instancias (federal, estatal, municipal) y limitaciones en capacidad local. Kant apostaba por instituciones que permitieran el debate público; en México, la fragmentación administrativa y la habitual politización de la política educativa obstaculizan la creación de espacios verdaderamente autónomos de discusión pedagógica.
Cultura cívica y formación crítica
Los indicadores internacionales y estudios nacionales señalan que la educación formal no siempre incorpora de modo sistemático la formación cívica crítica; la educación cívica es esencial para que la ciudadanía ejerza su derecho al uso público de la razón y para sostener controles democráticos efectivos. Aquí la distancia con Kant es clara; formación técnica no equivale a ilustración política.
Tensiones normativas y riesgos políticos
- Legitimidad vs. instrumentalización: 
Kant advirtió sobre el riesgo de que las autoridades permitan el uso privado de la razón mientras restringen el público. En México, existe el peligro de que la educación sea instrumentalizada por agendas políticas (cambios curriculares, políticas educativas de corto plazo), lo que reduce su papel emancipador. 
- Acceso formal vs. autonomía real: 
Garantizar escolaridad obligatoria no asegura que los estudiantes ejerzan la autonomía intelectual; la calidad, el contenido y las prácticas democráticas en la escuela son condiciones indispensables. 
- Derecho vs. recursos: 
La constitucionalización obliga al Estado, pero sin financiamiento y políticas de fortalecimiento institucional la pretensión queda coja. Kant postulaba que el progreso cultural requiere instituciones que protejan la libertad de pensamiento, esto exige inversión sostenida, no sólo declaraciones formales. 
La convergencia entre la propuesta kantiana y el diseño constitucional mexicano es evidente en la idea de que la educación es condición de legitimidad política. No obstante, la brecha entre norma y ejecución dificulta la realización de la Ilustración cívica que Kant consideró imprescindible para un Estado legítimo. El reto para México es transformar la educación, no solo en cuanto a cobertura escolar se refiere, sino también hacer de la educación una matriz que genere ciudadanos críticos, autónomos y capaces de participar en la esfera pública. Solo así la promesa constitucional del artículo 3º dejará de ser mera consignación legal para convertirse en motor real del buen ejercicio del poder y la renovación democrática.