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Entre tintes, vapores tóxicos y cero prestaciones: así trabajan miles de estilistas

En México, la mayoría de quienes sostienen la industria de la belleza son mujeres. Representan casi tres cuartas partes del personal en salones y clínicas, pero trabajan con ingresos bajos —en promedio unos 5,500 pesos al mes— y, en muchos casos, sin prestaciones. De las más de 420 mil personas dedicadas a este oficio, ocho de cada diez lo hacen en la informalidad.

Las condiciones laborales no son el único reto. Quienes cortan, tiñen, depilan o colocan uñas conviven a diario con sustancias irritantes, vapores tóxicos y herramientas que, sin esterilización adecuada, pueden transmitir infecciones. Dermatología del Hospital General de México advierte que la exposición continua a tintes, peróxidos y productos con formol —considerado cancerígeno— provoca dermatitis y otros daños cutáneos. A ello se suman los vapores de pegamentos usados en uñas acrílicas o gel, que suelen manipularse sin cubrebocas.

La carga física del oficio también pasa factura: largas horas de pie, posturas incómodas y movimientos repetitivos derivan en problemas musculares, dolor de espalda y afectaciones circulatorias.

Silvana, estilista de la Ciudad de México con cuatro décadas en el oficio, conoce bien esas secuelas. Nunca tuvo seguridad social y, con los años, ha acumulado padecimientos como artritis, dolores de cabeza e infecciones por hongos, aunque su trabajo le permitió sostener económicamente a su familia.

Especialistas en género señalan que esta ocupación es un claro ejemplo de “trabajo feminizado”: labores consideradas minuciosas o delicadas que históricamente se han asignado a mujeres y que se desarrollan, por lo general, en esquemas informales o de autoempleo. La flexibilidad laboral —trabajar desde casa o acudir al domicilio de las clientas— resulta una ventaja para muchas, pero no compensa la falta de seguridad laboral y el desconocimiento sobre los riesgos a los que están expuestas.

Tanto expertas en salud como en estudios de género coinciden en que el sector necesita una regulación sanitaria clara. Entre las medidas urgentes mencionan la esterilización adecuada del instrumental, el uso de protección como guantes y cubrebocas y el acceso a información que permita reducir los riesgos tanto para estilistas como para quienes acuden a ellas.

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