Nobel de Medicina a científicos que identificaron los “guardias de seguridad del sistema inmunológico”
El Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha otorgado este lunes el Premio Nobel de Fisiología o Medicina a los científicos estadounidenses Mary Brunkow y Fred Ramsdell, y al japonés Shimon Sakaguchi “por sus descubrimientos sobre la tolerancia inmune periférica”. Los galardonados identificaron a los “guardias de seguridad del sistema inmunológico”, las células T reguladoras, que evitan que el sistema inmune ataque nuestro propio cuerpo, según explicó el comité.
“Sus hallazgos han sido fundamentales para nuestra comprensión del funcionamiento del sistema inmune y por qué no todos los humanos desarrollamos enfermedades autoinmunes”, ha especificado Olle Kämpe, presidente del jurado.
El descubrimiento clave en este campo lo hizo el inmunólogo japonés Shimon Sakaguchi en 1995. Tras años de investigación sin reconocimiento en su campo, el investigador consiguió aislar por primera vez las células T reguladoras, un tipo de linfocito esencial que modula la actividad del resto del sistema inmunitario, y protege al organismo de enfermedades autoinmunes.
Hasta ese momento, la mayoría de investigadores estaban convencidos de que la tolerancia inmunitaria solo se desarrollaba porque las células inmunitarias potencialmente dañinas eran eliminadas en el timo, mediante un proceso llamado tolerancia central. Esta glándula localizada en el pecho, bajo el esternón, es donde se generan y maduran los diferentes tipos de linfocitos, o glóbulos blancos, que forman parte del sistema inmunitario adaptativo que nos protege de infecciones, patógenos y otras agresiones externas. Sakaguchi, de 74 años, investigador de la Universidad de Osaka, fue el primero en demostrar que además de los tipos de linfocitos ya conocidos (asesinos, colaboradores, fabricadores de anticuerpos, etcétera) existe este nuevo tipo de células moduladoras que son esenciales para el buen funcionamiento del conjunto.
Los estadounidenses Mary Brunkow, de 61 años, y Fred Ramsdell, de 60, han sido premiados por sus investigaciones sobre enfermedades autoinmunes, en concreto sobre el gen Foxp3. Los científicos estaban centrados en el estudio de ratones casposos que sufrían una dolencia autoinmune hereditaria que escamaba su piel. Los científicos identificaron la mutación en este gen que era responsable de esta enfermedad. Brunkow, bióloga molecular, y Ramsdell, inmunólogo, demostraron también que otras mutaciones en Foxp3 causan serias dolencias autoinmunes en humanos. Entre ellas está el síndrome IPEX, ligado al cromosoma X y que solo sufren los niños, a los que causa la muerte en los primeros años de vida.
Dos años después de estos hallazgos, Sakaguchi demostró que ese gen gobierna la producción de células T reguladoras, a las que dio nombre. Se trata de un componente esencial para que el resto de efectivos del sistema inmune toleren los tejidos del propio cuerpo y no los ataquen. “Creo que esto alentará a los inmunólogos y médicos a aplicar células T reguladoras para tratar diversas enfermedades inmunológicas”, ha señalado Sakaguchi en unas declaraciones recogidas por la organización del premio.
El jurado ha destacado que el trabajo de estos tres científicos ha abierto un nuevo campo y acerca futuros tratamientos contra el cáncer y las dolencias autoinmunes. En la actualidad, estas células reguladoras extraídas del timo han sido esenciales para evitar el rechazo en trasplantes y ya hay en marcha ensayos clínicos para demostrar su efectividad como tratamiento generalizado.
Precisamente, Ramsdell es asesor científico de Sonoma Biotherapeutics, la empresa que cofundó en 2019 en Estados Unidos para desarrollar tratamientos contra la artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes basadas en las células T reguladoras. Brunkow trabaja en el Instituto de Biología de Sistemas, en Estados Unidos.
El corazón de Irene
La prueba viva de la importancia médica de este hallazgo es Irene, una niña española que ahora tiene cinco años y que fue la primera del mundo en recibir un tratamiento con células T reguladoras para hacer posible el trasplante de corazón que necesitaba. La clave del éxito fue no desechar su timo tras la cirugía, como se hacía habitualmente, y usarlo como fuente de células que después se usaron como tratamiento.
La misma intervención se ha usado ya en nueve bebés trasplantados, explica el médico Rafael Correa, director del Laboratorio de Inmunorregulación del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y líder de esta línea de investigación pionera. “Hemos demostrado que es una terapia segura, eficaz y capaz de evitar el rechazo agudo tras un trasplante, pues restablece la capacidad de tolerancia inmunológica”, destaca. Estas células “tienen un potencial inmenso” como tratamiento, destaca Correa, para muchas enfermedades mediadas por el sistema inmune como la diabetes, las alergias, así como dolencias neurodegenerativas y autoinmunes.
Al contrario que en otras terapias con linfocitos, como los CAR-T, en este caso no se modifican las células extraídas del paciente, pues conservan plenamente su capacidad de modular el sistema inmune y evitar reacciones negativas. Esto hace posible usar el tejido del timo extraído a bebés como fuente de células no solo para ellos mismos, sino potencialmente también para otros pacientes adultos, una terapia que ya está probando el equipo de Correa en un ensayo pionero clínico también pionero.
“Cada vez está más claro que la inmunología está relacionada con casi cualquier enfermedad en la que pensemos, y este premio Nobel es prueba de ello”, destaca Marcos López-Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. “Nuestra respuesta inmunitaria es como un malabarista, puesto que debe activarse y responder ante cualquier agresión externa, pero también apagarse para mantener el equilibrio. En esto, la inmunidad periférica generada por las células T reguladoras es esencial”, explica el inmunólogo.
El médico e investigador destaca que hasta 1995, “nadie” apoyo las tesis del japonés Sakaguchi. Tras sus descubrimientos seminales, la existencia de estas células reguladoras quedó ampliamente aceptada y en la actualidad “todos los inmunólogos estudian sus características genéticas debido a su importante papel en la regulación” del sistema inmune, añade.
El hallazgo premiado este lunes también se está analizando para futuros enfoques contra el cáncer. “Estamos explorando nuevos tratamientos que deprimen la actividad de estos linfocitos T reguladores en el contexto de la inmunoterapia contra el cáncer”, explica Ignacio Melero, inmunólogo de la Clínica Universidad de Navarra. “De momento, vemos actividad antitumoral, si bien hay problemas de seguridad por despertar fenómenos autoinmunes”, detalla. En este sentido, Melero cree que este premio Nobel es “sorprendente”, dado que por ahora no tiene una “aplicación médica” clara y aprobada, sino que es más un galardón a un descubrimiento básico del sistema inmune.
Desde 1901, el Nobel de Fisiología o Medicina ha reconocido a 229 investigadores, de los cuales 14 han sido mujeres.
El año pasado recibieron el premio los investigadores estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun por descubrir los microARN y describir su papel en “la regulación génica postranscripcional”. El hallazgo de Ambros, investigador de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos), y Ruvkun, vinculado al Hospital General de Massachusetts, revela un principio completamente nuevo de regulación genética esencial para el desarrollo y funcionamiento de los organismos multicelulares, incluidos los humanos. En 2023 lo ganaron Katalin Karikó y Drew Weissman por la vacuna de la covid y en 2022 Svante Pääbo por desvelar la genética de humanos extintos.
Este es el primer Nobel que se entrega esta semana, al que le seguirán el de Física, el martes, y el de Química, el miércoles. Cada premio está dotado con 11 millones de coronas suecas, aproximadamente un millón de euros.
Nota de origen: https://elpais.com/ciencia/2025-10-06/premio-nobel-de-medicina.html
Fuente original de fotografía: AP.