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Del grito de independencia al grito de auxilio, México entre la apatía y la esperanza

En su obra, El laberinto de la soledad, Octavio Paz, dejó una frase que resuena con amarga vigencia, “Pobres mexicanos, que cada 15 de septiembre gritan por espacio de una hora, para callar el resto del año”. A más de siete décadas, esta sentencia describe con precisión el estado del pueblo mexicano, atrapado entre la simulación de una fiesta nacional y la apatía cotidiana frente a los problemas estructurales del país. La independencia, que debería representar libertad y soberanía, se ha convertido en un ritual vacío mientras la sociedad permanece dependiente de intereses económicos, políticos e ideológicos que reproducen desigualdad y sometimiento. La frase de Paz, se conecta con la realidad actual; una sociedad distraída, desinformada y complaciente, gobernada por élites que perpetúan la dependencia bajo nuevas formas, en un contexto donde la cultura política clientelar y los medios masivos han sustituido al ejercicio crítico de la ciudadanía.

La independencia inconclusa, dependencia política y económica

El ideal de independencia nacional se ve lejano. Si bien, México dejó atrás la subordinación a España, se volvió dependiente de dinámicas externas e internas, como lo es del capital extranjero, de organismos financieros internacionales y de élites políticas que administran el poder como patrimonio propio. En este contexto, los programas sociales se convierten en mecanismos de control más que en estrategias de justicia social. Lo que convierte a la política social mexicana en mero clientelismo electoral, ya que entrega apoyos sin exigir corresponsabilidad, lo que está lejos de formar una ciudadanía crítica; la frase de Paz cobra vida,el pueblo grita independencia una noche al año, mientras calla frente a la dependencia cotidiana.

La sociedad como cómplice, apatía y simulacro de participación

La crítica no puede dirigirse solo a los gobernantes: la ciudadanía mexicana ha tolerado y reproducido prácticas de apatía y conformismo. Los estudios de Ziccardi (2019) muestran que, a pesar de un crecimiento en el acceso a información, la participación ciudadana en México sigue siendo baja y altamente condicionada por intereses partidistas. La población ha normalizado el intercambio de su voz política por “comodidades aparentes”: apoyos económicos mínimos, promesas electorales o distractores mediáticos. Este conformismo revela, en palabras de Paz, una sociedad que se contenta con el grito ritual, sin prolongarlo en exigencia real de transformación.

La dependencia cultural, medios de comunicación y distracción masiva

El consumo cultural en México produce otra forma de dependencia, la de contenidos mediáticos vacíos que alimentan la pasividad social. Desde Big Brother en 2002 hasta La Casa de los Famosos en la actualidad, se observa la misma lógica, distraer a las masas de los problemas estructurales y mantenerlas atrapadas en espectáculos de trivialidad. Cobran valor las ideas que sostiene el antropólogo, Roger Bartra, al decir que la cultura de masas “ha reemplazado la construcción de ciudadanía crítica por la producción de consumidores dóciles”. En este sentido, los medios no solo entretienen, cumplen la función de adormecer, reduciendo la capacidad del pueblo de exigir un verdadero ejercicio de independencia.

El grito de auxilio, hacia una ciudadanía crítica

En este contexto, el grito del 15 de septiembre debería transformarse en un grito de auxilio y de despertar. En este orden de ideas, NO hay nada que celebrar mientras prevalezcan la inseguridad, la precariedad laboral, la deficiencia educativa y el abandono en salud. Pero, al mismo tiempo, el desencanto puede convertirse en punto de partida para un despertar ideológico. Recordando las palabras de José Woldenberg, “la democracia no se agota con ir a votar, requiere ciudadanos informados, exigentes, participativos, capaces de responsabilizarse de lo público”. El desafío es pasar de la celebración ritual a la construcción de un México crítico, que no dependa de partidos ni élites, sino de la acción colectiva consciente.

La frase de Octavio Paz, sigue siendo un diagnóstico y a su vez un desafío. Mientras los mexicanos gritan independencia una noche y callen el resto del año, seguirán siendo súbditos de poderes políticos, económicos y mediáticos. Pero ese grito puede resignificar, y dejar de ser un simulacro de libertad, convirtiéndose en un llamado urgente al despertar ciudadano. La independencia que México necesita hoy no es frente a un imperio extranjero, sino frente a la ignorancia, la manipulación y el conformismo. Solo entonces el país podrá dejar de ser, en palabras de Paz, un pueblo que calla, y empezar a ser un pueblo que piensa, actúa y se emancipa.

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