La ley de telecomunicaciones y radiodifusión, ¿una realidad que supera la ficción?
En la actualidad, poco o nada se enseña sobre historia, sociología, filosofía y literatura en las escuelas. Son asignaturas que incluso los estudiantes las consideran de relleno, a las que pocos o ninguno de ellos desea asistir. No, no son estudiantes irresponsables o que fluctúan en la medianía, tampoco es que la labor docente esté siendo poco efectiva. Lo que sí es, es una falla, que puede ser intencional o no, en el diseño del sistema educativo, en el que a estas asignaturas no se les consideran ni se abordan como una ciencia, sino como un poco de cultural general que raya más en el pasatiempo que en el proceso de formación académica. Este diseño institucional, hace pensar que para el aparato del Estado y los encargados de llevar a cabo la política pública en el tema educativo, no es importante desarrollar el pensamiento, ni el uso de la razón mediante el análisis crítico, en contraste con la historia nacional y global, antigua y reciente.
La literatura, desde sus orígenes, ha hecho soñar, imaginar y fantasear a la humanidad. Ha permitido crear mundos inimaginables, viajes al espacio exterior, al centro de la tierra, al mundo cuántico y muchos más, creando así lo que hoy se conoce como ciencia ficción. También ha sido fuente de inspiración de grandes movimientos sociales que han marcado la historia universal. En este orden de ideas, una obra distópica, de política y ciencia ficción o así considerada, es 1984 del británico Eric Arthur Blair o mejor conocido como George Orwell, que fue escrita en 1949, hoy a 79 años de distancia, esta obra se pùede ver como una premonición por parte de Orwell, de lo que podía pasar si no se protegen las libertades.
Hoy, en el contexto mexicano, la nueva ley de telecomunicaciones y radiodifusión, obliga a recordar la idea plasmada en la novela 1984. En su obra, Orwell describe un régimen totalitario en donde el Estado lo controla todo, en donde la información que circula es la que el “Partido permite”. Se reescriben hechos y la historia. La vigilancia constante: “El Gran Hermano te observa” es más que un lema; todos están vigilados, incluso en sus casas. La manipulación del lenguaje; con la “neolengua”, se reducen las palabras para limitar el pensamiento crítico (crimental). La eliminación de la privacidad y la disidencia, todo lo que contradiga al régimen es castigado.
En un ejercicio de contraste de la ficción con la realidad se visibiliza lo siguiente:
1984: Control del flujo de la información.
Ley en México: Bloqueo de plataformas y contenidos digitales sin orden judicial, lo que podría limitar el acceso a información crítica o independiente.
1984: Monopolio estatal sobre la verdad.
Ley de TyR en México: Al desaparecer un órgano autónomo como el IFT y centralizar funciones en una agencia bajo el ejecutivo, se abre la puerta a decisiones unilaterales.
1984: Vigilancia y censura preventiva.
Ley de TyR en México: La facultad de bloquear sitios con base en supuestos como “propaganda extranjera” o “información falsa”, recuerda a mecanismos de censura preventiva.
1984: Reducción del debate público plural.
Ley de TyR en México: Si se coarta la libertad de expresión digital, las voces disidentes o minoritarias podrían ser silenciadas.
En este orden de ideas, literarias y democráticas, haciendo aun lado la ficción y abordando la investigación académica, otro referente de la literatura para tener en cuenta es la obra de los politólogos estadounidenses Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, “Cómo mueren las democracias”. Levitsky y Ziblatt sostienen que hoy las democracias no suelen colapsar por golpes de Estado o violencia, sino que mueren lentamente a través de procesos legales y constitucionales, promovidos por líderes electos que:
- Debilitan las instituciones de control (órganos autónomos, tribunales, medios de comunicación).
- Socavan normas democráticas no escritas, como la tolerancia y la contención.
- Deslegitiman a los adversarios, tratándolos como enemigos.
- Cambian las reglas del juego para mantenerse en el poder.
- Cooptan o atacan los mecanismos de rendición de cuentas.
La Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión reformada tiene elementos que podrían encajar en los patrones descritos por Levitsky y Ziblatt en su obra:
Obra: Erosión institucional.
Ley de TyR en México: Al eliminar o debilitar al IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones), órgano autónomo que regula las telecomunicaciones, se concentra el poder en el Ejecutivo.
Obra: Cooptación legal del control informativo.
Ley de TyR en México: Se legaliza la capacidad del Estado para censurar, bloquear plataformas o vigilar comunicaciones, lo cual socava la libertad de expresión, pilar democrático.
Obra: Cambios legales con fines políticos.
Ley de TyR en México: Modificar leyes que regulan los medios, internet y contenidos digitales puede servir para limitar la crítica o el disenso, sobre todo en contextos electorales.
Obra: Polarización política.
Ley de TyR en México: El uso de la narrativa de “enemigos del pueblo” o “medios corruptos” ha acompañado estas reformas, lo que Levitsky considera una táctica clásica de erosión democrática.
En fechas recientes se ha intensificado el debate sobre la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión en México. Esta legislación, promovida por el gobierno federal, propone cambios profundos en la regulación de medios y telecomunicaciones. Frente a esta coyuntura, resulta pertinente contrastar estos cambios con las advertencias planteadas por Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su libro Cómo mueren las democracias (2018). ¿Estamos ante una reforma necesaria para el orden digital contemporáneo, o frente a un proceso gradual de debilitamiento democrático?
En contraste, Orwell imaginó un futuro distópico desde la ficción. Levitsky y Ziblatt documentan cómo ese futuro distópico puede llegar mediante leyes perfectamente legales.
La nueva ley de telecomunicaciones en México no implica la muerte de la democracia per se, pero puede ser una señal clara de alarma democrática, si no se protege la autonomía de los órganos reguladores y la libertad de expresión digital.
Un Estado regulador sin freno, es capaz de manipular concesiones, bloquear injustificadamente plataformas y ejercer control sobre las comunicaciones. Estas facultades, sin contrapesos institucionales sólidos, podrían derivar en abusos de poder, restricción de la libertad de expresión e impacto negativo en la competencia, la innovación y la ciberseguridad.
¿La ficción supera la realidad?
En 1984, Orwell no solo imaginó un futuro distópico, sino que advirtió lo que podía pasar si no se protegían las libertades.
Es un hecho, no estamos dentro de una obra como lo es 1984, pero algunas propuestas legislativas y tecnológicas en el mundo, incluida esta nueva ley de telecomunicaciones en México, contienen elementos que reflejan tendencias autoritarias similares a las que Orwell denunció. Lo que fue una advertencia literaria hoy debe ser una llamada de atención democrática.
Aunque México es una democracia formal, las medidas legislativas que debilitan contrapesos institucionales, habilitan la censura y concentran el poder pueden verse como pasos hacia un modelo autoritario tecnológico, parecido al descrito por Orwell. En este sentido, la línea entre la ficción y la realidad se hace difusa y peligrosa.
¿Los beneficios justifican los riesgos?
Desde la perspectiva de Levitsky y Ziblatt, el verdadero problema radica en quién tiene el poder de decidir y controlar, y cómo se ejerce ese poder. Una democracia fuerte requiere que el gobierno esté limitado por normas e instituciones que no dependen de su voluntad directa. La reforma, al concentrar el poder regulador en el Ejecutivo, rompe ese equilibrio.
Los beneficios propuestos podrían ser alcanzables a través de mecanismos institucionales existentes, mejorando la regulación y fortaleciendo al IFT, en lugar de eliminarlo. El costo en términos de confianza democrática, institucionalidad y derechos podría ser demasiado alto, especialmente en contextos donde la polarización política y el debilitamiento del estado de derecho ya son visibles.
La reforma a la Ley de Telecomunicaciones en México representa un caso paradigmático del tipo de procesos que Levitsky y Ziblatt describen como erosión democrática desde dentro. Aunque incluye objetivos que pueden ser legítimos, como mejorar el acceso a internet o regular las plataformas digitales, los mecanismos elegidos para lograrlo implican graves riesgos para la democracia, la transparencia y los derechos fundamentales.
Más allá del contenido técnico, lo que está en juego es el equilibrio de poderes, el respeto por las instituciones autónomas y la garantía de derechos frente al poder.